lunes, 30 de junio de 2008

Habitando en el olvido

En el olvido de las últimas palabras que se escriben y luego no se recuerdan, escuchas una canción, lees un poema y ves una foto, así es el ciclo. Todo en el olvido. Te toca terminar esto con un texto en el que intentes no caer en él. Intentas que todo sea como el primer día, en el que no tengas que recordar nada, ni una fecha, ni un momento, nada. Donde recites los versos de uno de los grandes "En esa gran región donde el amor, ángel terrible, no esconda como acero, en mi pecho su ala, sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento" como si fueran parte de tu vida diaria. Y sigues leyendo, para intentar no caer. Desvías tu mente a lugares donde nunca habías conseguido llegar con tan sólo la imaginación. Te encuentras en un lugar del que no sabes salir, has pedido ayuda y nadie te hizo caso, nadie sabe dónde estás. Pero por qué no viene nadie a rescatarme. Estoy encerrado en la última habitación de una casa abandonada. Sentado en frente de una ventana por la que apenas entra luz, tan sólo calor. Estoy escuchando la voz rajada de un cantante que me recuerda los besos que perdí... te necesito. Y así un rato, la canción se vuelve a repetir, y veo como el señor de la fotografía se encuentra pensando, a escasos metros de un gran puerto, quizá pensando en salir a buscar algo por el mar, quizá pensando en alguien que tiene que volver, no lo sé, pero no tiene la cabeza en ese banco, la tiene bastante más lejos.
No soy el único, lo sé, que no soy el único. Me resisto a reconocer que soy el único que habita en el olvido, porque no, porque hay más gente olvidada. Hay muchas personas en habitación contiguas pero no oigo la voz de ninguna de ellas, tan sólo oigo el constante chirrido de alguna parte de mi cabeza. Tranquilo, quiero descansar. No puedo hacer nada. Voy a intentar salir de esta habitación, hace demasiado calor, me estoy agobiando. ¿Dónde hay una pistola? no hay, no puedo salir, no puedo hacer nada. Estoy agobiado. Intento hacer reaccionar a mis vecinos, los que habitan en el olvido, pero no, ellos ya están perdidos pero yo aún no, sé que puedo salir, no sé cómo pero puedo.
Ya estoy más relajado, estoy sentado detrás de la puerta que no se puede abrir, estoy agotado por el inútil esfuerzo que hice. Si alguien quiere que venga a verme, la puerta número doce de la derecha es la mía, allí vivo y viviré en el olvido. Si alguien lo desea, se encontrara unas bellas palabras mías, es lo máximo que puedo ofrecer a día de hoy.

1 comentario:

Iris dijo...

Hay mi Aladin particular, cada día me gusta más tu blog ^^
El olvido puede ser muy traicionero, puede q te pases un tiempo luchando contra el, pero debes saber q todo se puede olvidar, menos el espacio q llenas con tus palabras, gestos y sonrisas q das a todos los q te rodean y te quieren ;)
Siempre pendiente
Yo XD