lunes, 5 de julio de 2010

Hoy no quiero mentiras

Un día, te cansas de oír mentiras y mandas todo a la mierda.

Hoy ya me cansé.
Aún me queda mandar todo a la mierda.


Lo "bueno" se hace esperar

Recordaba aquella noche sentado delante de su ordenador, esperando con impaciencia. Su espalda mojada, causa del asfixiante calor que todavía por esa época nos agobiaba, era el reflejo de su propio nerviosismo. F5, F5, F5. Llegó la hora, sonrió y se acostó. A partir de ahí, todo tenía un sentido, todo olía diferente, olía a nuevo.

Una mañana, caminaba con una camiseta roja de manga larga, el pantalón caído y las gafas de sol, cuando de repente se acordó de algo. Se giró y entró por la puerta de metal, miró a los lados y vio mucha gente. Las personas se movían de manera imprecisa y agitada. Siguió unos carteles que le indicaban el camino y entró en el cuarto del final del pasillo. Tras una media hora allí, las gotas de sudor de la frente y del bigote eran visibles. Se levantó llevándose por delante a la chica que tenía a su lado. Habló con un señor y se fue. Desde aquel día, todo era diferente, una nueva ilusión surgía.

Arreglado, con camisa clara y vaqueros de marca, oliendo a recién duchado, se sentó en una silla de plástico duro, pidió un refresco para esperar, no había mucha gente, un señor grueso miraba con cara de pocos amigos y él sonreía por cualquier motivo. Miró la hora en su móvil y vio cómo le miraban de reojo. Él, gústandose, guardó el móvil en el bolsillo y respiró profundamente. Las cosas habían cambiado, su sonrisa indicaba otros tiempos. Eran tiempos de bonanza.

Así, y así, y así pasó el tiempo, demostrando que las cosas no eran como aquel día en el ordenador, ni como aquel día hablando con el señor, ni cuando miraba la hora en el móvil. Intentó disfrutar de todo, pero no podía, los tiempos alarmaban sobre el cambio.

Llegó un día cualquiera, e intentó unir todo, intentó unir todos esos días que fueron reales, intentó hacerlo de manera que nadie fuera consciente de nada, y salió lo que salió. Lo que todos sabemos que salió. Lo que yo no esperaba.

Con el paso de los meses, un año después de aquel primer día, no se sabe con qué ropa ni en qué condiciones, irá por la calle más grande, andando sin dudas (esperemos), en busca de lo que se le debe. A recoger, simplemente, aquello que le correspnde. Seguro que allí estará, como tenía que haber estado desde el primer hasta el último día.