lunes, 28 de abril de 2008

Con otros labios...

Apenas doscientos metros te separan de la montaña que ves justo en frente. Aquel pico desde el que se ve la gran ciudad. Ves chicos jugando sin apreciar la vista que tienen. El ver la costa con los grandes edificios de multinacionales, hoteles y apartamentos no aptos para el bolsillo medio ciudadano. Allí quiero subir, justo a la cima. Está en un desfiladero rodeado de árboles, maleza y algún que otro bicho salvaje. Empiezas a hacer planes para poder subir, vas descartando gente que no te puede o "puede" acompañar. Ellos ya han quedado y no te avisaron, pero hoy no es el día de pensar en ello, ahora hay que ver quién me acompaña. Me acordé de dos personas repasando la lista del móvil. Llamas a una y recibes un "Lo siento, hoy no te puedo acompañar, este fin de semana nos vemos, un beso". Pues nada, otra llamada.
Son las 6 de la tarde y quedas para las 8, dos horas para que te dé tiempo preparar todo. Dejas el móvil, el reloj y el mp3. Nada puede estropear el momento, sólo quieres disfrutar del momento con la amiga que quiso (pudo) acompañarte. Quedaron en la puerta de la casa y subieron poco a poco, riéndose a veces, otras callados intentando respirar, hasta que llegaron al final, arriba del todo. La vista era increíble, lejos del mundanal ruido. Os sentáis y se acerca a ti, tú la abraza, es buena amiga, y ella sin dudarlo te besa. Había estado esperando esos labios mucho tiempo pero no sabía si estaba preparado, si querías. Un momento en silencio y un típico tímido perdón. Me pongo de pie, es hora de irse. Una tras otra lárgima cae mientras vas bajando, no era eso. No era lo que quería. No debió. Deseas regresar a tu habitación, solo.
Llamas a esa chiquilla que no pudo quedar. Lo siento si estás demasiado ocupada pero necesito verte, no quiero otros labios. Estaba claro, sólo te gustaba ella.
A la semana la viste y te arrepentiste de todo aquello, en silencio intentabas besarla, te habías portado como un cretino y ella no quería apenas verte. Ya en la terraza de tu casa coges una libreta, a la misma hora que pasó aquello, diez días después y viendo cómo anochece sobre la montaña.
No hay más dudas, sólo has deseado unos labios en tu vida. Cualquier otro te sabrá a poco. Cualquier chica que te quiera besar tiene que saber que pase lo que pase siempre tendrás en mente los labios de esa chica que te llenaba. Porque cualquier labio sabrá a poco, porque una vez ya tuviste todo y ahora, quieres volver a tenerlos. Quiero volver a tener esos labios. No otros.