jueves, 25 de noviembre de 2010

Heridas de Rock&Roll - Rulo y la Contrabanda



¿Con quién bebes tequila cuando no te sientes bien?
¿Quién te dice al oído "quédate"?
¿Quién es el encargado de amueblarte el corazón?
¿Quién hace lo que hice yo, pero al revés?
¿Quién tiembla cuando lloras?

jueves, 4 de noviembre de 2010

Para los que no supieron describírmelo

Era un estado de plenitud, de suma alegría. Era algo brutal, soberbio, espléndido, extraordinario, magnífico.
Era genial. Tan genial como conocer a alguien en profundidad, como pegar puñetazos a un saco. Tanto como ignorar a alguien que te llama, como no descolgar el teléfono. Era genial, al igual que lo es gritar en un túnel, besar bajo la lluvia, correr de la policía, comer en el Carrefour, innovar haciendo la compra, ver un Madrid-Barça o cambiarte de compañía de teléfono varias veces en un mes.

Parecía más genial que intentar entender el Quijote en castellano antiguo, que dar unas caladas a un porro, que no hacer los deberes de clase y que el profesor te los pida, que estudiarse el Oppenheim versión extendida, que empapelar tu cuarto con pósteres de famosos. Era incluso mejor que fotografiar a alguien especial, que escuchar un directo de Quique González, que hacer un 69, que pitar una técnica a un tocapelotas, que emborracharse con brandy de Jerez, que ayudar a un sueco en tu pueblo.

Simplemente era estupendo, como entender las "prepositions" de lugar o de tiempo, como diferenciar ente amor y (solo) sexo, como ver la filmografía de Jackie Chan, como pasar el antivirus y encontrar aquel que te putea, como descargar todas las temporadas de Friends en algunos minutos, como leerse la trilogía Millennium, como escuchar que El equilibrio es imposible.

Y yo hablaba, contaba, decía... que todo era tan genial como evitar la muerte cuando no la deseas, como estrenar sábanas con alguien, como viajar en avión, como meter un triple en el último segundo, como beber chupitos en el Urbano, como sonreír, como poder escribir algo más de tres líneas después de mucho tiempo, como levantarte con la persona que quieres. Era así, perfecto, incluso mejor que sentirse libre, mejor que los apuntes llenos de colorines, que el papel higiénico en la mesilla, que lanzar cosas por la ventana. Mejor que llorar de alegría, que el fin de los exámenes o que, por ejemplo, el Strip-Póker.

Eso era la vida, y aquello... la felicidad.
Pero solo era.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Oyendo, el intermedio

Algo tan sutil como enhebrar una aguja y remendar con retales lo que antes estaba herido.

martes, 21 de septiembre de 2010

Oyendo, el principio

Y el chirriar de sus zapatillas le rasgó el corazón.

miércoles, 18 de agosto de 2010

La última palabra

¿Y si mi subconsciente tiene algo más que decir?

viernes, 6 de agosto de 2010

Te odio

Año y algunos días más tarde vuelvo a escribir sobre lo mismo. La importancia del "odio" en mi vida ha ido aumentando a medida que he ido creciendo y he sido consciente de tantas otras muchas cosas de las que no me daba cuenta durante mi adolescencia.

Esta canción, cuyo nombre da título a la entrada, ha sido la canción más oída en los últimos días. En otra época quizá la consideraría una "absoluta mariconada", pero cuando veáis el video me entenderéis. La fuerza que transmiten al cantarla y la extraña sensibilidad o emotividad (por llamarlo de alguna manera) con la que salen las palabras, basta para saber de qué estoy hablando.

http://www.youtube.com/watch?v=oK17pqIlKRI (aquí dejo el enlace esperando poder ponerlo)

Aquí podéis ver cómo me adelanté a la época, o simplemente, es que todo es cíclico:

lunes, 5 de julio de 2010

Hoy no quiero mentiras

Un día, te cansas de oír mentiras y mandas todo a la mierda.

Hoy ya me cansé.
Aún me queda mandar todo a la mierda.


Lo "bueno" se hace esperar

Recordaba aquella noche sentado delante de su ordenador, esperando con impaciencia. Su espalda mojada, causa del asfixiante calor que todavía por esa época nos agobiaba, era el reflejo de su propio nerviosismo. F5, F5, F5. Llegó la hora, sonrió y se acostó. A partir de ahí, todo tenía un sentido, todo olía diferente, olía a nuevo.

Una mañana, caminaba con una camiseta roja de manga larga, el pantalón caído y las gafas de sol, cuando de repente se acordó de algo. Se giró y entró por la puerta de metal, miró a los lados y vio mucha gente. Las personas se movían de manera imprecisa y agitada. Siguió unos carteles que le indicaban el camino y entró en el cuarto del final del pasillo. Tras una media hora allí, las gotas de sudor de la frente y del bigote eran visibles. Se levantó llevándose por delante a la chica que tenía a su lado. Habló con un señor y se fue. Desde aquel día, todo era diferente, una nueva ilusión surgía.

Arreglado, con camisa clara y vaqueros de marca, oliendo a recién duchado, se sentó en una silla de plástico duro, pidió un refresco para esperar, no había mucha gente, un señor grueso miraba con cara de pocos amigos y él sonreía por cualquier motivo. Miró la hora en su móvil y vio cómo le miraban de reojo. Él, gústandose, guardó el móvil en el bolsillo y respiró profundamente. Las cosas habían cambiado, su sonrisa indicaba otros tiempos. Eran tiempos de bonanza.

Así, y así, y así pasó el tiempo, demostrando que las cosas no eran como aquel día en el ordenador, ni como aquel día hablando con el señor, ni cuando miraba la hora en el móvil. Intentó disfrutar de todo, pero no podía, los tiempos alarmaban sobre el cambio.

Llegó un día cualquiera, e intentó unir todo, intentó unir todos esos días que fueron reales, intentó hacerlo de manera que nadie fuera consciente de nada, y salió lo que salió. Lo que todos sabemos que salió. Lo que yo no esperaba.

Con el paso de los meses, un año después de aquel primer día, no se sabe con qué ropa ni en qué condiciones, irá por la calle más grande, andando sin dudas (esperemos), en busca de lo que se le debe. A recoger, simplemente, aquello que le correspnde. Seguro que allí estará, como tenía que haber estado desde el primer hasta el último día.

miércoles, 30 de junio de 2010

La senda del tiempo - Celtas cortos

...siento que me vuelvo loco...

Lo que hace estar a las 8 y 20 de la mañana en una playa enorme y complemetamente vacía.

domingo, 27 de junio de 2010

Ando equivocado

Él se levantó como siempre, sin saber el momento del día en el que se encontraba. Otra vez sonó su teléfono temprano: A veces llega un momento en el que te haces viejo de repente, sin arrugas en la frente pero con ganas de morir. Eran las ocho y cuarto de la mañana y buscó el interruptor de la luz. Al final, a oscuras, se puso de pie camino del baño a bajar la primera maldita erección del día. El agua helada del lavabo hacía que su piel enrojeciera, y algunas gotas quedaban atrapadas entre su barba descuidada. Volvió al cuarto en busca del colirio, apenas quedaba para dos o tres días. Era el alivio que ansiaba desde que abría los ojos. Estaban endemoniados, culpa del humo que invadía cada noche su habitación y de las pocas horas de sueño con las que conseguía vivir. Con lasitud se dirigía a la cocina, a rellenar el hueco en el estómago que tenía, cuando de repenté oyó la voz de una chica. Un suave y dulce saludo provenía junto al olor a pan tostado. Había una chica haciendo de desayunar en su propia cocina. No recordaba quién era, pero al menos hacía el desayuno. Al verla, no pudo evitar fijarse en el medio trasero que asomaba debajo de la camiseta que había comprado en aquel concierto dos semanas atrás. Poco después, ella se giró haciendo mover su pelo liso y rubio. Tenía la nariz afilada y los ojos enormes. Intentó reordenar todos sus recuerdos para saber cuándo había llegado ella allí. Parecía haber dormido en la misma casa. Recordó haber salido la noche anterior y haber acabado en su casa con tres buenos amigos y dos chicas. Allí habían fumado y bebido hasta ver amanecer. De los seis solo habían quedado él y esa chica rubia que preguntaba si quería mantequilla y mermelada. Alex asintió con la cabeza, bebió un trago del cartón de leche de la nevera y cogió la tostada que su invitada le había preparado perfectamente untada. Sin decir una palabra volvió a echarse en su cama. A los pocos minutos, Peke (como le llamaban a ella) se tumbó junto a él apoyando su cabeza contra el pecho. Ambos durmieron una larga siesta tras el desayuno.

Al despertar dos horas más tarde, Alex se levantó con el ya típico dolor de cabeza y la presión en el pecho a la altura de los pulmones. Fue a ver su ordenador, otra vez sus amigos le habían puesto a aquel negro desnudo como fondo de pantalla, qué cabrones. Abrió el correo y justo sonó un nuevo mensaje en la bandeja. Era de Peke.

"Ei wapo!! solo keria dcirt k me enknto pasr la noxe cntg, ers gnial.
t portast muy bien cnmig. kiers kdar est tard en la playa??
vnga no acpto un no!!!! beeesssooossss!!!!"

Quería volver a quedar. Alex siempre pensó que esa chica era especial: su manera de mirar, su sonrisa, cómo hablaba; pero no tenía claro si quería volver a verla, demasiado se habían acercado ya durmiendo juntos. No contestó al correo, ya se lo pensaría hasta que llegara el momento de tomar la decisión. Las ganas de vomitar se fueron incrementando y decidió almorzar el resto de té frío que quedaba en la nevera. Cuando llegó la hora de ir o no ir, cogió su móvil, sus gafas de sol y arrancó el coche con dirección a la parte de la playa en la que siempre habían quedado meses atrás. Aparcamiento en el mismo lugar. Llegó allí, a unos 100 metros de ella. Estaba sola, tumbada sobre una toalla que no llegaba a diferenciar, el pelo le brillaba como si fuera finas tiras de oro, y los mofletes estaban rojizos. Estaba claro que llevaba alguna hora esperando allí. Esperando que él se acercara. Sin embargo, Alex se quedó mirando a lo lejos, tumbado sobre la arena, viendo como ella se ponía más y más nerviosa al pasar los minutos y ver que él no llegaba. Hora y media más tarde recibió un mensaje en el móvil. Era bastante claro. "Comprendo, no te preocupes, ME VOY". Mientras leía el sms, ella desaparecía de la vista a paso ligero, decidida y cabizbaja. Alex, en ese momento, sintió aquello que ya había sentido alguna vez, se sentía vacío. Notó como si la nada se apoderada de él y se derrumbó.

Desde entonces, Alex se conecta a internet cada mañana en busca de un correo que le dé alguna pista de dónde encontrarla. Ella había decidido salir por completo de su vida y no había marcha atrás. Ahora él sabía lo que había perdido, sabía que nunca más volvería.

Sin duda, él seguía esperando el resto de meses que hiciera falta, él le notó cómo le miraba en la cocina, en cómo olía mientras dormían tras desayunar, en lo que hacía para hacerle sonreír... Él la veía capaz de todo y, lo que es más importante, él era capaz de dar/hacer todo. Se había equivocado aquel día en la playa, pero todos cometemos errores y el suyo es uno que no sabía si podría perdonarse algún día. Mientras tanto, tan solo podía esperar. Esperar a que ella decidiera acercarse y besarle, acercarse y cogerle de la mano. Él necesitaba saber si su error no era para siempre, saber que podía empezar todo, que había otra oportunidad.


Y en ello sigue, esperando.

jueves, 10 de junio de 2010

Reflexión sobre los tiempos que corren

"No es que no haiga trabajo, que lo hay, pero solo pa los que habemos."

Esta es la opinión, sobre la crisis en España, de un trabajador cualquiera a la vuelta a casa en autobús.

Y digo yo, al menos... trabaja.

jueves, 13 de mayo de 2010

Insert coin

Las cosas últimamente han funcionado así, como si de una máquina recreativa se tratase. Tú eres el que elige si echas el dinero o no para seguir jugando, si no juegas tan solo miras. Te das cuenta que nadie te echará el dinero para que juegues tú, nadie.

Yo he puesto un par de euros para continuar, pero no sé si será posible.

domingo, 2 de mayo de 2010

Finito, caramba

- "Tú por ahí y yo por aquí." - me comentó, mi amiga, como si no le importara y no me echara de menos.

A veces coincidimos, "sin querer". Hoy, por ejemplo.

Me niego a caminar por otra calle. Me niego a creer que no me cogerás la mano al pasear.

PD: el concepto es diferente, pero la idea... ¿es la misma?




...qué bonito nombre tienes...vete tú a saber dónde te metes...

miércoles, 28 de abril de 2010

Y miro para abajo

Veo todo tan negro que al mirar "hacia abajo" (con el brazo flexionado) no queda otra que sonreír:

Casi que no creo

He dejado de creer en muchas cosas en este maravilloso año que vivimos. He dejado de creer que la gente hace lo que quiere y no lo que le mandan, que las cosas suceden por un por qué (no tengo claro cuándo y de quién aprendí eso), que los sueños que uno mismo piensa y se propone a hacer se cumplen. He dejado de creer en tantas cosas, que ya he aprendido a dudar de todo, he aprendido a dejar de creer en algo (o mejor dicho, alguien) que no me fallaba nunca. He dejado de creer en mí.

Esta noche toca mirar los fracasos, que son bastantes, los vacíos /huecos que se van quedando en mi vida. Paso a paso, como siempre me gustó caminar, no es la mejor manera de ir esta noche. ¡Menuda contradicción! He intentado rellenarlos de muchas maneras posibles, de todas las que se me ocurrían (que no son pocas). Y…

Nada. Que por cierto, “Él la abrazó, la apretó contra su pecho y siguió llorando, todo sacudido por espasmos, hasta que la hizo llorar también.”

lunes, 12 de abril de 2010

Hemo...++;

He visto como unas pastillas rojas, conseguidas en alguna esquina de esta ciudad, han dado un nuevo color a mi vida...

O más bien, a mi muerte.

Repitiendo

De esta última no he salido bien parado. Me he dado cuenta de que nunca aprenderé.

Ánimo.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Donde no llega un recuerdo

Seguramente habréis pensado más de una vez en esas personas que faltan a tu alrededor. Sí, me refiero a esas que por algún motivo u otro se han marchado. Algunas de esas personas se fueron para no volver, otras tienen idea de regresar y otras deben hacerlo en la mayor brevedad de tiempo posible. A mí me vienen a la cabeza varias de cada uno de los tipos que antes he nombrado. Echo de menos a todas y cada una de ellas. Cómo me hacían sentir y lo que me aportaban en mi vida. Hay cosas que no se pueden olvidar, gestos y apoyos a tener en cuenta. No se pueden y no se quieren.
Aquí dejo un fragmento del, ya muy conocido, Queda prohibido. Que viene como anillo al dedo:

“Queda prohibido echar a alguien de menos sin alegrarte, olvidar sus ojos, su risa, todo porque vuestros caminos han dejado de abrazarse, olvidar su pasado y pagarlo con su presente.”

Echar de menos a alguien es positivo, incluso podría descubrir la alegría que puede haber al recordar, pero no deja de ser un motivo de tristeza. Porque, por mucho recuerdo lindo que haya, echar de menos significa no poder dar un abrazo en este preciso momento, que quizá sea cuando más lo necesite. El recuerdo es solo eso, un recuerdo.

domingo, 7 de marzo de 2010

Entrada diferente

Conozco un muchacho que dice ser mi amigo, al que no le gustan los cumpleaños (lo comprendo muy bien). Me comentó que pasaba de recibir pechá de comentarios...así que ignoré el tema. Y esperé a que pasaran algunas horas y fuera un nuevo día.

Sin más, ¡Felicidades Shaq!





PD: la canción viene bien hoy ¿no? domingo + sueños + beber +... y esas cosas. Por aquellas...

miércoles, 3 de marzo de 2010

Esperar

(RAE) esperar.

(Del lat. sperāre).


1. tr. Tener esperanza de conseguir lo que se desea.
2. tr. Creer que ha de suceder algo, especialmente si es favorable.
3. tr. Permanecer en sitio adonde se cree que ha de ir alguien o en donde se presume que ha de ocurrir algo.
4. intr. No comenzar a actuar hasta que suceda algo. Esperó A que sonase la hora para hablar.
5. intr. Dicho de una cosa: Ser inminente o inmediata. Mala noche nos espera.
6. intr. Poner en alguien la confianza de que hará algún bien. Espero EN ti.


Algún error de confianza

Hoy es de esos días en los que te levantas y no quieres moverte. No quieres dar un paso hacia delante, ni hacia atrás o un lado. Quizá por ese miedo a equivocarse, o a saber por qué. Sólo tienes clara una cosa, que hoy mejor caminar solo. Es de esos momentos en los que podrías arrastrar a cualquiera hacia ese lugar del que huyen. El lugar que critican y que no aceptan que entres pero que no hacen nada por evitarlo. Ese lugar del que os hablo se llama desilusión. ¿Habéis tenido ilusiones que no se han cumplido? Yo no muchas, la verdad, pero las suficientes para saber de qué se trata. No soy muy dado a ilusionarme fácilmente, razono y veo todas las posibilidades de que no se cumplan. Desconfío de que se cumplan porque sí. Pero llega un momento en el que no existen “pero” y lo tocas con la punta de los dedos. Incluso podría decirse que lo llegas a agarrar, hasta que se escapa, por el motivo que menos te podrías imaginar. Así, decides abandonar (sin otro remedio) y pensar en cosas nuevas, en aplicar los cambios obligatorios. Ahí estoy yo, y me muevo como pez en el agua.

No todo es tan gris como lo escribí, pero es que ha empezado de nuevo a llover, y ya estoy cansado.

domingo, 14 de febrero de 2010

Sin querer andar

Son casi las ocho de la mañana y lo único que me atrevo a escribir es un pensamiento que me ha rondado durante varios días:
Es jodido querer correr y solo poder andar (y a paso lento), ¿no?


No lo sabéis bien.

viernes, 29 de enero de 2010

...si no estás muy jodido para qué te vas a poner a escribir...

Joaquín Sabina es un tío que en pocas palabras sabe explicar la existencia de este blog, cosa que yo no había conseguido hacer de manera tan breve y clara. Se ve quién nace artista...


Yo, como dice Buenafuente, "sé que tengo unos amigos que nos inspiramos mutuamente". Y claro, "la máxima de hay que estar jodido para que salgan cosas también es un poco cabrona."


Al final, "la rabia tiene que salir por algún lado".