domingo, 13 de septiembre de 2009

El mundo gira en un sentido absurdo mientras yo...

Lluvia fina, lluvia intermitente. El cielo está gris, y parece que lloverá en poco tiempo. Estoy muy contento de que por fin llueva. Estaba deseando salir a la calle con unas zapatillas de deporte en vez de con chanclas (por obligación), de echar mano al paraguas de 3 € del chino de ahí al lado (no está mal, es negro y muy manejable), de asomar la cabeza por la ventana y que salpicaran miles de gotitas de agua en mi cara (y que esta vez sea agua y no tejas). ¿A nadie le atrae tanto la lluvia? No me creo que sea el único que pone buena cara cuando llueve. Los días soleados me ponen de "mala leche", mientras que los días grises y fríos me ponen de buen humor. Es así, a la inversa que las personas "comunes", o sea, al contrario. Empecé escribiendo en 13 (que dicen que da mala suerte, a mí me da exactamente igual) y en domingo (que siempre pensé que no es buen día, los domingos se hacen raro la mayoría). Hablando de domingos, solo hay que leerse algunas entradas de este blog para ver que no es de mis días favoritos, demasiados domingos raros, y hoy es uno de ellos, es decir, domingo y raro, ambos. Pero, y retomo el tema, ya estoy entrando en el 14. Los días van pasando y hoy tiene un olor raro (me refiero a los 5 ó 6 minutos que llevamos de día). Ya estamos casi en el ecuador mensual, septiembre se marcha a buen ritmo. Mañana hará dos semanas que vine para Málaga después de mi verano (prefiero llamarle así) y es curioso pero apenas me he dado cuenta de nada de lo que está pasando. Podría asegurar que no me estoy dando cuenta ahora mismo, y es lo que más me preocupa (sobre preocupaciones, más adelante, en otra historia).

Lo dicho, hoy es 14, mis exámenes se terminan. La lluvia aparece dándome buenas noticias, el verano se acaba y no dejó grandes secuelas en mí. Sigo siendo el mismo chico que hace unos meses, con más o menos los mismos sueños (poquitos, pero algo es algo) y con más o menos las mismas inquietudes (poquitas, más poquitas de las que me gustarían). Con algunas personas nuevas en mi vida, con las personas de siempre ahí. Sigo siendo yo, sigo pensando lo mismo. Y, ¿sabes?, sigo teniéndolo claro, por mucha lluvia que caiga.


martes, 8 de septiembre de 2009

Sonreí una vez más.

- Estaba oscuro cuando salí de la caverna, y no logré encontrarte. Entonces fui hasta Zaragoza -dijo-. Y fui hasta Soria. Y recorrería el mundo entero siguiéndote. Decidí volver al monasterio de Piedra para ver si encontraba alguna pista, y encontré a una mujer.
>> Ella me indicó dónde estabas. Y me dijo que me habías esperado todos estos días.
Los ojos se me llenaron de lágrimas.
- Me quedaré sentado a tu lado mientras estés aquí junto al río. Y si te vas a dormir, dormiré delante de tu casa. Y si viajas lejos, te seguiré los pasos.
>> Hasta que me digas: vete. Entonces me iré. Pero te amaré por el resto de mi vida.
Yo ya no podía ocultar el llanto. Vi que él también lloraba.
- Quiero que sepas una cosa... -dijo.
- No digas nada. Lee -respondí, dándole los papeles que tenía en el regazo.


...

Sonreí una vez más.
- Me estaba olvidando. Y tú me haces recordar.
- ¿Crees que recuperarás tu don? -pregunté.
- No lo sé. Pero Dios siempre me dio una segunda oportunidad en la vida. Me la está dando contigo. Y me ayudará a encontrar mi camino.
- El nuestro -lo interrumpí de nuevo.
- Sí, el nuestro.
Me cogió de las manos y me levantó.
- Vete a buscar tus cosas -dijo-. Los sueños dan trabajo.



Fragmento de "A orillas del río Piedra me senté y lloré". Paulo Coelho.