domingo, 1 de junio de 2008

Gritando en silencio...

Y no oyes mi silencioso grito, mirándote directamente a los ojos desde varios kilómetros de distancia. Será que pierdo el habla cuando te veo, yo, que me ciego cuando no lo hago. Y como no puedo sentirte entre mis brazos, logré imaginarte al amanecer en una estación cualquiera, tratando de regresar del paraíso. Cuan fabulosa era esa fantasía, que al llevar tu cerebro tantas horas sin dormir, al caer rendida en tu cama recordarías esas últimas horas como un sueño y allí estaría yo. Fantasear con que me recuerdas como un sueño. ¿Dónde quedó el soñar con mi mano jugando con tu pelo? ¿Con tu mano jugando con la mía? Tantos sueños, que algunos ya pasaron a formar parte de mis más lejanos recuerdos, recuerdos en blanco y negro.

Y tantos días derrotado, como un fracasado cualquiera, tengo que apartar la mirada de tus ojos, aunque estén a kilómetros de distancia. Y no, no eres la razón de mis derrotas, pero si aún me quedase un poco de fe, sin apartar la mirada, serías el motivo para mantenerme en pie. Tantas ilusiones que ni yo mismo soy capaz de comprender. Tantas palabras escritas en cualquier lugar. Tantos gestos carentes de sentido si tú no se lo das. Tantas miradas que intentan decir lo que mi garganta no se atreve. Tantas patadas a la primera esquina que me ocultó de ti. Tantos latidos y tan poca fe. Tan poca fe que sólo seguiré igual.

Gritando en silencio, para no molestar.

“…ni decirte las cosas que nunca te he dicho…”

No hay comentarios: