martes, 8 de septiembre de 2009

Sonreí una vez más.

- Estaba oscuro cuando salí de la caverna, y no logré encontrarte. Entonces fui hasta Zaragoza -dijo-. Y fui hasta Soria. Y recorrería el mundo entero siguiéndote. Decidí volver al monasterio de Piedra para ver si encontraba alguna pista, y encontré a una mujer.
>> Ella me indicó dónde estabas. Y me dijo que me habías esperado todos estos días.
Los ojos se me llenaron de lágrimas.
- Me quedaré sentado a tu lado mientras estés aquí junto al río. Y si te vas a dormir, dormiré delante de tu casa. Y si viajas lejos, te seguiré los pasos.
>> Hasta que me digas: vete. Entonces me iré. Pero te amaré por el resto de mi vida.
Yo ya no podía ocultar el llanto. Vi que él también lloraba.
- Quiero que sepas una cosa... -dijo.
- No digas nada. Lee -respondí, dándole los papeles que tenía en el regazo.


...

Sonreí una vez más.
- Me estaba olvidando. Y tú me haces recordar.
- ¿Crees que recuperarás tu don? -pregunté.
- No lo sé. Pero Dios siempre me dio una segunda oportunidad en la vida. Me la está dando contigo. Y me ayudará a encontrar mi camino.
- El nuestro -lo interrumpí de nuevo.
- Sí, el nuestro.
Me cogió de las manos y me levantó.
- Vete a buscar tus cosas -dijo-. Los sueños dan trabajo.



Fragmento de "A orillas del río Piedra me senté y lloré". Paulo Coelho. 

1 comentario:

Cronopita dijo...

Personalmente me cansé de esperar y de "amar" para siempre. De vez en cuando es bueno pisar la tierra.


Yo sé cual es mi don, y tú? sabes el tuyo?


Muak!!