sábado, 20 de junio de 2009

Durmiendo en el césped

Estoy tumbado en el césped que hay justo delante de mi casa, la noche está muy calurosa, la tierra desprende un calor poco habitual de este tiempo. Está un poco largo y hay un par de bichitos merodeándome la oreja, a saber qué tipo de insecto son. Se oye la música que puse hace un rato, Iván Ferreiro se alterna con Vetusta Morla y Jarabe de palo. Éstos son los grupos que elegí para este momento de tranquilidad. Uno más. Es raro, de repente estaba en la playa con el viento haciendo que me picara la espalda. Subí hasta la duna más alta. Estaba allí, había subido solo, como estaba desde que llegué a la playa, como estaba desde hacía unos días. Estaba arriba del todo con un aire de superioridad que me inquietaba. No había hecho ninguna proeza, simplemente subir allí, y quedarme de pie mirando todo la playa (solitaria también). A los pocos segundos me di cuenta que no podía quedarme allí mucho tiempo, no me quedaba fuerza y bajé arrastrando los pies por la arena. Tardé más bajando que subiendo, pero al final llegué abajo. Era lo más bajo que podía llegar, estaba cansado y casi no tenía fuerzas para caminar, no tenía fuerzas para hacer aquello que tenía pensado hacer a continuación. Así que me dejé caer sobre la arena, bocarriba con las gafas de sol puestas y con la camiseta arrugada para reposar la cabeza. Así me quedé dormido.
Es raro, pero me he despertado en el césped, quemado por el sol y con la camiseta en la cabeza. Noto que la hierba está mojada, ¿por qué? Me levanto mareado por la brusquedad del movimiento y recuerdo lo que me pasaba. Había llorado, tumbado allí, delante de mi vida. Había pasado por un mal momento dentro de mi propio sueño. Qué raro soy…

No hay comentarios: