domingo, 21 de agosto de 2011

Se agarra al cielo y piensa en mí

Ella paseaba siempre en globo, y coleccionaba nubes. Él, sin embargo, disparaba a los extraños y regentaba un burdel abandonado. Los dos habían dado la vuelta al mundo, pero en direcciones opuestas. Y, cuando sus espaldas se encontraron, supieron que el viaje había terminado.

Hablaban un extraño y antiguo idioma que nadie había oído jamás. Es posible que ni siquiera ellos... Pero, cuando se miraban a los ojos, las palabras, convertidas en pequeños y malignos duendes, les susurraban al oído su propio significado. Y entonces reían, y reían, y reían... Nadie era capaz de pararlos. Ni los trenes de mercancías, ni los semáforos en verde, ni los gritos de auxilio, ni las mujeres embarazadas, ni los abogados en paro. Ni siquiera los esposos celosos. Reían, y reían, y reían...

Ella habló de tristeza. Él lo entendió todo. Ella bajó la mirada. Él borró sus huellas. Se escondieron, pasaron hambre, temblaron de miedo al oír la tormenta acercarse más rápido de lo previsto, y supieron que al fin del mundo llegarían mañana.

Entonces, él le cogió una mano, la miró a los ojos, y le dijo: "Gracias. Adiós."

2 comentarios:

Iris dijo...

Porque al fin y al cabo todo se resume en eso, en un gracias por haber formado parte de la vida y en un adios cuando la dejamos.
Gracias por escribir ^^

Anónimo dijo...

Me encanta todo lo que escribes!!